Oda a la Rosa,
Pablo Neruda
A la rosa,
a esta rosa,
a la única,
a esta gallarda, abierta,
rosa adulta,
a su profundidad de terciopelo,
al estallido de su seno rojo.
Creían,
si,
creían
que renunciaba a ti,
que no te canto,
que no eres mia, rosa,
sino ajena,
que yo
voy por el mundo
sin mirarte,
preocupado
solo
del hombre
y su conflicto.
No es verdad, rosa,
te amo.
adolescente,
prefiero las espigas,
las granadas,
preferí ásperas flores
de matorral, silvestres
azucenas.
Por elegante
desprecié tu erguida
plenitud,
el raso matinal de tu corpiño,
la indolente insolencia
de tu agonía, cuando
deja caer un pétalo
y con los otros
sigues ardiendo
hasta que se esparció todo el tesoro.
Me perteneces,
rosas,
como todo
lo que hay sobre la tierra,
y no puedes
el poeta
cerrar los ojos
a tu copa encendida,
cerrar el corazón a tu fragancia.
Rosa, eres dura:
el visto
caer la nieve en mi jardín:
el hielo
paralizó la vida,
los grandes arboles
quebraron sus ramajes,
solo,
rosal,
sobreviviente,
terco,
desnudo, alli en el frio
parecido a la tierra,
padre
del labrador, del barro,
de la escarcha,
and more late
puntual, el nacimiento
de una rosa,
el crecimiento de una llamada.
rosa obrera,
trabajas
tu perfume,
elabora
tu estallido escarlata o tu blancura,
todo el invierno
buscas en la tierra,
excava
minerales,
minerales,
saca fuego
del fondo
y luego
te abres,
esplendor de la luz, labio del fuego,
lampara de hermosura.
A mi
me perteneces,
a mi y a todos,
aunque
apenas
tengamos
tiempo para mirarte,
vida para
dedica a tus llamas
los cuidados,
rosas,
eres nuestra,
Vienes
del tiempo consumido
y avanza,
ventas de los jardines
al futuro.
caminas
el camino
del hombre,
inquebrantable y victoriosa eres
un pequeño
capullo de bandera.
Bajo tu resistente y delicado
pabellón de fragancia
la tumba tierra derroto a la muerte
y la victoria fue tu llamarada.
Nuevas Odas Elementales (1954)
Pablo Neruda (1904-1973)
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